Ahí estás
inmóvil
giro sobre tu contorno
como satélite que sueña
el centro fuera de sí mismo
para recobrar el sentido
y ser.
Tu ladera rocosa
lágrimas antiguas
con memoria de musgo.
Sobre los tejados
te observa la noche
y recuerdo
mi reloj de las siete
en el que soy espiral
el deshabitado espacio
donde guardo la voz
lugar en el que hicieron antes
sus nidos los pájaros del sol.
Sigues ahí
con la quietud y la sombra
todo alrededor se modifica
los pasos milenarios se renuevan
y en tu cuna susurran los secretos
tu silencio de piedra.
Continuarás ahí
despojada de los siglos
dibujando círculos de agua
con toda la luz
suspendida del cosmos.