21 de diciembre de 2013

Del poemario Sólo Viento



"Y me las apañaba bastante bien hasta que tú
derribaste mi piedra de un puntapié;
y quedé al descubierto, todo musgo y ojos."
El bosque de la noche de Djuna Barnes
El espacio está lleno de abanicos.
Los árboles lanzan su cuerpo oblicuo.
Vuelve el grito.
La noche regresa como un desierto
abierto de canicas negras.
Con palabras derribaste mi piedra
y ahora permanezco desnuda
todo frío
midiendo el invierno
con manos llenas de musgo y liquen.
El dolor se escribe a veces
como una lluvia débil.
Vuelve el grito.
Los pasos son ventosas
que atrapan el licor de los días.
Se aloja como un pájaro
el ruido inquieto que derriba
y el amor no reconoce
la silueta del abrazo.
Detrás del tiempo
se desvanecen los gritos
se asusta la tristeza
y regresa con pies diminutos
la ternura, el océano
el sol a las ventanas
la lentitud del amor
el oscuro deseo de empujarse a besos.
Aída Acosta                                   
Del poemario Sólo Viento